La Noche Boca Arriba
Below is a highly simplified version of the short story by Julio Cortazar. I’ll try to add several more complex versions.
“La Noche Boca Arriba” Final del Juego Julio Cortazar ©1956
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La Noche Boca Arriba
Por Julio Cortázar
El hombre estuvo en el hotel. Se dio prisa. Disfrutaba el paseo. Entró en su parte favorita de la ciudad. Vio a la mujer. Frenó. Chocó. No podía ver. Se despertó. Le dolía. Vio caras y oyó voces. Lo llevaron a él a una farmacia. La ambulancia llegó. Le dio su información al policía. Una cortadura sangraba. Lo llevaron al hospital. Entró en la sala de operaciones. Se durmió. Podía oler. ….
Sabía que huía de los aztecas. El olor fue horrible. “Huele a Guerra” pensó. Oyó un sonido. Tenía miedo. Esperó. No oyó el sonido otra vez. Quería correr. Olió algo muy mal. Saltó hacia adelante.
El abrió los ojos. Se sentía atrapado. El brazo estaba suspendido en el aire. Tenía una fiebre. Tenía ganas de dormir. Escuchó a los otros. Vio a una enfermera. Vio a un médico. La noche cayó. Todo no parecía real. El brazo no le dolía tanto. Podía sentirse los latidos del corazón…Bum bum bum…
Comprendía que estaba en la oscuridad. Corría en barro. Las ramas le rasgaron. Paró para escuchar. Necesita la luz para ver. La mano del hombre subió al cuello. Tocó su amuleto protector. Tenía la gana de esconderse en la selva. Pensó en los prisioneros. Buscaban prisioneros. Y ahora él estaba en la selva con los cazadores. Oyó los gritos. Vio antorchas. Olió la Guerra. Vio luces. Oyó los gritos alegres….
“Es el fiebre” Vio una lámpara. Oyó unos ruidos. No quería pensar en la pesadilla. Examinó el brazo. Vio una botella de agua. No tenía tanta fiebre. No le dolía tanto la cabeza. Trató de recordar el accidente. Recordó el momento cuando no podía ver. Parecía que ese momento duró una eternidad. Quería descansar, sin soñar. La luz empezó a apagar, poco a poco.
El olor cambió a humedad. La garganta se le cerró. No podía abrir los ojos. Estaba en una oscuridad completa. Estaba en el suelo. Estaba desnudo. Buscó su amuleto. Podía oír los tambores. Oyó gritar. Era su propio grito. Pensó en sus compañeros. Gritó de nuevo. Le dolió muchísimo su brazo derecho.
Vio la doble puerta. El olor llegó. Los hombres se acercaron. Cuatro hombres lo levantaron…Siempre boca arriba…Pasaron por la puerta. . Boca arriba, vio el techo. Cuando el techo desapareció sería el fin. Quería su amuleto.
Llegό en hospital. Quería gritar. La botella de agua reflejaba la sombra azulada. No funcionaban bien sus pulmones. Quería escapar los imágenes. Cada vez que cerraba los ojos, los formaban. Prefería el sueño sin imágenes. Trató de tomar la botella de agua.. sus dedos se cerraron a nada y su boca arriba movió …
Podía ver la luna. Cerró los ojos. Pero cada vez que los abrían, la luna todavía estaba. Podía ver también la piedra. Cerró y abrió los ojos, esperando despertarse. Pensó que estaba en la cama…pero cuando abrió los ojos vio la figura con el cuchillo. Ahora sabía que no estaba en un sueño. Pero vivía y el sueño era el otro, absurdo como todos los sueños …en una ciudad. Sabía que en el sueño otro hombre se acercaba con un cuchillo en la mano, mientras él esperaba con ojos cerrados…boca arriba.
Adaptado del cuento “La Noche Boca Arriba” por Julio Cortázar.
La Noche Boca Arriba
Version 2
Por Julio Cortázar
El hombre estuvo en el hotel. Pensó “Es tarde.” Se dio prisa. Vio la hora. Eran las nueve menos diez. Disfrutaba el paseo. Entró en su parte favorita de la ciudad. Era muy bonito.
Vio a la mujer. Frenó. Oyó a la mujer. Chocó. No podía ver. Se desmayó. Se despertó. Le dolía. Vio caras y oyó voces. Preguntó por la mujer. Lo llevaron a él a una farmacia. Le dio líquido. La ambulancia llegó. Lo subieron. Le dio su información al policía.
Una cortadura sangraba. La sangre caía a sus labios. Lo llevaron al hospital. Su estómago le dolía mucho. Entró en la sala de operaciones. Alguien le acercó. Se durmió. Podía oler. ….
Y en ese momento sabía que huía de los aztecas. Trató de esconderse. El olor fue horrible. “Huele a Guerra” pensó. Buscó a su puñal. Oyó un sonido. Tenía miedo. Esperó. Vio un fuego en la distancia. No oyó el sonido otra vez. Dio unos pasos. Quería correr. Olió algo muy mal. Saltó hacia adelante.
El abrió los ojos. Era la tarde. Se sentía atrapado en el sueño malo. El brazo estaba suspendido en el aire. Tenía sed. No podía beber mucho. Tenía una fiebre. Tenía ganas de dormir, pero…no quería. Escuchó a los otros. Respondió a preguntas de vez en cuando. Vio a una enfermera. Vio a un médico. La noche cayó. Todo no parecía real… Llegó una taza de comida. Le dio pan…poco a poco. El brazo no le dolía tanto. Podía sentirse la herida de la cabeza con los latidos del corazón…Bum bum bum…
Estaba confundido. Comprendía que estaba en la oscuridad. Corría en un colchón de hojas y barro. Las ramas le rasgaron. Paró para escuchar. Necesita la luz para ver. Nada lo ayudó. La mano del hombre subió al cuello. Tocó su amuleto protector. Habló con la Muy Alta. La Guerra había durado tres días y tres noches. Tenía la gana de esconderse en la selva. Pensó en los prisioneros. Buscaban prisioneros hasta que los sacerdotes dieran la señal. Y ahora él estaba en la selva con los cazadores. Oyó los gritos. Vio antorchas…muy cerca. Olió la Guerra. El enemigo le saltó al cuello. Vio luces. Oyó los gritos alegres….
El otro paciente le dijo, “Es el fiebre” Vio una lámpara en la pared. Oyó unos ruidos. No quería pensar en la pesadilla. Examinó el brazo. Vio una botella de agua. Podía ver las camas, los armarios. No tenía tanta fiebre. No le dolía tanto la cabeza. Trató de recordar el accidente. Recordó el momento cuando no podía ver. Parecía que ese momento duró una eternidad. Recordó el choque violento. Quería descansar, sin soñar. La luz empezó a apagar, poco a poco.
El olor cambió a humedad. La garganta se le cerró. No podía abrir los ojos…pero no podía ver… Estaba en una oscuridad completa. Estaba en el suelo. Estaba frío. Estaba desnudo. Buscó su amuleto. Podía oír los tambores. Estaba en el templo. Oyó gritar. Era su propio grito. Pensó en sus compañeros. Gritó de nuevo. Luchó para liberarse. Le dolió muchísimo su brazo derecho.
Vio abrirse la doble puerta. El olor de las antorchas llegó. Los hombres se acercaron. Tenían el pelo negro lleno de plumas. Cuatro hombres lo levantaron…Siempre boca arriba…Pasaron por la puerta con las antorchas adelante. Lo llevaban, era el final. Boca arriba, vio el techo. Cuando el techo desapareció y aparecieron las estrellas, sería el fin. Quería su amuleto, su verdadero corazón.
Llegό a la noche en hospital. Quería gritar. En la mesa de noche, la botella de agua tenía algo de burbuja y reflejaba la sombra azulada. No funcionaban bien sus pulmones. Quería escapar los imágenes en sus párpados. Cada vez que cerraba los ojos, los formaban. Prefería el sueño que llega al amanecer, sin imágenes. Le costaba mantener los ojos abiertos. Trató de tomar la botella de agua..pero no llegó a tomarla, sus dedos se cerraron a nada y su boca arriba movió …
Podía ver la luna. Cerró los ojos para no verla. Pero cada vez que los abrían, la luna todavía estaba. Podía ver también la piedra y el movimiento de los pies. Cerró y abrió los ojos una vez más, esperando despertarse. Pensó que estaba otra vez en la cama…pero cuando abrió los ojos vio la figura que venía con el cuchillo de piedra en la mano. Cerró otra vez los ojos, pero ahora sabía que no que no estaba antes en un sueño malo. Pero vivía y el sueño era el otro, absurdo como todos los sueños …en una ciudad donde montaba algo. Sabía que en el sueño otro hombre se acercaba con un cuchillo en la mano, mientras él esperaba con ojos cerrados…boca arriba.
Adaptado del cuento “La Noche Boca Arriba” por Julio Cortázar.
La Noche Boca Arriba
Version 3
Por Julio Cortázar
El hombre estuvo en el hotel. Pensó “Es tarde.” Se dio prisa. Sacó la motocicleta. Vio la hora. Eran las nueve menos diez. Montó la máquina. Disfrutaba el paseo. La moto hizo un ruido con ritmo. El viento movió contra los pantalones. Entró en su parte favorita de la ciudad. Era muy bonito.
Relajó demasiado. Vio a la mujer. Frenó. Oyó a la mujer. Chocó. No podía ver. Se desmayó. Se despertó. Los hombres lo ayudaron. Le dolía. Vio caras y oyó voces. Lo aseguraron. Preguntó por la mujer. Solamente tenía ella unos rasguños..Lo llevaron a él a una farmacia. Le dio líquido. La ambulancia llegó. Lo subieron a la camilla. Le dio su información al policía.
Una cortadura sangraba. Bebió la sangre que caía a sus labios. Lo llevaron al hospital. Su estómago le dolía mucho. Entró en la sala de operaciones. Alguien le acercó. Alguien le tocó la cara. Se durmió. Podía oler. ….
Y en ese momento sabía que huía de los aztecas. Trató de esconderse. El olor fue horrible. “Huele a Guerra” pensó. Buscó a su puñal de piedra. Oyó un sonido. Tembló. Tenía miedo. Esperó. Vio un fuego grande en la distancia. No oyó el sonido otra vez. Dio unos pasos. Quería correr. Buscó el rumbo. Olió algo muy mal. Saltó hacia adelante.
El enfermero le habló…“Se va a caer de la cama.” El abrió los ojos. Era tarde…por la tarde. Trató de sonreír pero…Se sentía atrapado en el sueño malo. El brazo estaba en yeso, suspendido en el aire. Tenía sed…como si corriera kilómetros. No podía beber mucho. Tenía una fiebre. Tenía ganas de dormir, pero…no quería. Escuchó a los otros enfermos. Respondió a preguntas de vez en cuando. Vio a una enfermera con una aguja. Vio a un médico con aparato metal. La noche cayó. Todo no parecía real… Llegó una taza de comida dorada. Le dio un pedacito de pan…poco a poco. El brazo no le dolía tanto. Podía sentirse la herida de la cabeza con los latidos del corazón…Bum bum bum…
Estaba confundido. Comprendía que estaba corriendo en la oscuridad. No corrió en la calzada. Corría en un colchón de hojas y barro. Las ramas le rasgaron. Paró a sus rodillas para escuchar. Necesita la luz del día para ver la calzada. Nada lo ayudó. La mano del hombre subió al cuello. Tocó su amuleto protector. Sus labios movieron. Habló con la Muy Alta. La Guerra había durado tres días y tres noches. Tenía la gana de esconderse en lo profundo de la selva. Pensó en los prisioneros. No importó cuantos prisioneros coleccionaron. Buscaban prisioneros hasta que los sacerdotes dieran la señal. Y ahora él estaba en la selva con los cazadores. Oyó los gritos. Vio antorchas…muy cerca. Olió la Guerra. El enemigo le saltó al cuello. Vio luces. Oyó los gritos alegres….
El otro paciente le dijo, “Es el fiebre” Vio una lámpara violeta alto en la pared. Oyó unos ruidos. Se sintió seguro. No quería pensar en la pesadilla. Examinó el brazo. Vio una botella de agua. Podía ver las camas, los armarios. No tenía tanta fiebre. No le dolía tanto la cabeza. Recordó salir del hotel. Trató de recordar el accidente. Recordó el momento cuando no podía ver. Parecía que ese momento duró una eternidad. Parecía que en ese momento pasó por distancias inmensas. Recordó el choque violento, el dolor, la sangre. Empezó a olvidarse del sueño. Quería descansar, sin soñar. La luz violeta empezó a apagar, poco a poco.
Dormía a su espalda cuando se despertó. El olor cambió a humedad.La garganta se le cerró. No podia abrir los ojos…..no…podia abrirlos…pero no podia ver… Estaba en una oscuridad completa. Estaba en el suelo. Estaba frío y húmedo. Estaba desnudo. Buscó su amuleto ….pero no estaba. Sabía que estaba perdido. Podía oír los tambores. Estaba en el templo…Esperando su turno. Oyó gritar. Era él, su propio grito. Gritó porque estaba vivo. Su cuerpo se defendió del final inevitable. Pensó en sus compañeros. Gritó de nuevo. Luchó para liberarse. Le dolió muchísimo su brazo derecho.
Vio abrirse la doble puerta. El olor de las antorchas llegó ..antes de su luz. Los hombres se acercaron. Las luces se reflejaban en sus torsos. Tenían el pelo negro lleno de plumas. Tenían manos duro como el bronce. Cuatro hombres lo levantaron…Siempre boca arriba…Pasaron por la puerta con las antorchas adelante aalumbrando el corredor. Lo llevaban, lo llevaban, era el final. Boca arriba, vio el techo, muy cerca. Él se dio cuenta de que cuando el techo desaparecióc y aparecieron las estrellas, sería el fin. Quería su amuleto, el centro de su vida, su verdadero corazón.
Salió de un brinco a la noche en hospital con el cielo alto. Quería gritar pero los otros dormían. En la mesa de noche, la botella de agua tenía algo de burbuja y reflejaba la sombra azulada de los ventales. No funcionaban bien sus pulmones. Quería escapar los imágenes pegados a sus párpados. Cada vez que cerraba los ojos, los formaban instantáneamente. Prefería el sueño profundo que llega justo al amanecer, sin imágenes, sin nada. Le costaba mantener los ojos abiertos. Hizo un último esfuerzo, trató de tomar la botella de agua..pero no llegó a tomarla, sus dedos se cerraron a nada y su boca arriba movió sin sonido…
Podía ver la luna. Cerró los ojos para no verla y los abrió buscando ver otra cosa. Pero cada vez que los abrían, era la noche y la luna todavía estaba. Podía ver también las hogueras, rojas columnas y podía ver también la piedra roja brillante de sangre y el movimiento de los pies del sacrificado. Cerró y abrió los párpados una vez más, esperando despertarse de este sueño por un segundo pensó lo logró..que estaba otra vez inmóvil en la cama…pero podía oler la muerte y cuando abrió los ojos vio la figura del sacrificador que venía con el cuchillo de piedra en la mano. Cerró otra vez los párpados, pero ahora sabía que no soñaba antes, que estaba despierto, que no estaba en un sueño malo. Pero que vivía y el sueño era el otro, totalmente absurdo como todos los sueños…un sueño donde estaba en…en una ciudad desconocida con luces verdes y rojas que no produjeron humo ni fuego donde montaba algo, algo como un insecto grande de metal que zumbaba bajo sus piernas. Sabía que en el sueño otro hombre se acercaba con un cuchillo en la mano, mientras él esperaba con ojos cerrados…boca arriba.
Adaptado del cuento “La Noche Boca Arriba” por Julio Cortázar.
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